14/05/2023
La virgen de la cueva, cantábamos de niños bajo el cielo tórrido. Envueltos en el polvo del campo mirábamos los cardos orgullosos bajo el sol, reinando con su cabello cárdeno y sus punzas grises sobre las espigas amarillas. En el rellano de los pisos pasábamos la siesta, hermosa si enfrente estaba la niña vecina que recibió el primer beso, o aburrida si solo se podía dormitar tirado en el suelo. Uno puede llenar los viejos veranos de calor y sequía de nostalgia poética porque entonces no había crisis climática. Pero este calor y esta sequía de ahora tiene su razón en cómo hemos maltratado la naturaleza desde hace ya décadas.
Greenpeace analiza en un informe, "SOS Acuíferos", el estado de 804 masas de agua subterráneas. El 44% están en mal estado. El 27% sobreexplotadas. El 30% en mal estado químico. El 14% se declara en mal estado cuantitativo y químico. Greenpeace pone como ejemplo la desaparición de los Ojos del Guadiana y las Tablas de Daimiel secas. Hay muchos más humedales desaparecidos en España, y muchos ríos secos sobre los que ya hablé en otro artículo. La extracción abusiva, legal o ilegal, la contaminación química de la agricultura y ganadería, las aguas urbanas mal depuradas amenazan el abastecimiento humano, la producción de alimentos y la supervivencia de muchos de los ecosistemas peninsulares, así como los pequeños y medianos productores que quieren hacer las cosas bien.
De los acuíferos, algunos con aguas fósiles de hace diez mil años, vivimos, y necesitan la lluvia para reponerse y limpiarse. Pero este es el quinto año con menos agua almacenada en los embalses desde que hay registros. El primer cuatrimestre fue el más seco en el conjunto de España desde que la serie histórica nacional de precipitaciones comenzara en 1961. Los expertos dicen que el país está inmerso en una sequía de larga duración que comenzó en 2022.
El gobierno ha aprobado un plan de 2.200 millones para paliar los efectos de la sequía, y eso está bien, pero si no consideramos esta realidad como un problema estructural que hay que abordar con todos los medios y desde todas las perspectivas, el futuro será muy difícil. Es decir, si no se evita sacar más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural y de contaminarla con fertilizantes, plaguicidas o purines... las reservas de agua subterránea, si la emergencia climática sigue, seguirán seriamente dañadas. Si además la apuesta por la descarbonización se retrasa (según los expertos a partir de 1,5 grados de subida la destrucción será irreversible) lo pagaremos. Hay que abordar la crisis climática, la sequía, la desaparición de humedales, la contaminación y extracción abusiva de aguas... como tema de Estado de una vez, si no queremos dejar a las generaciones futuras un agónico desierto.
Impreso desde www.manueljulia.com el día 03/06/2023 a las 19:06h.