29/05/2022

NOCHE EN EL BAR DE LA VIDA

Estábamos en el bar sabiendo que nuestro corazón podría estallar, o de gozo, sintiendo otra vez la gloria blanca, o de zozobra, viendo el ardor rojo del Liverpool acosar las almenas de Courtois. En tono de broma Manuel, el amigo cardiólogo, nos dijo que no nos preocupáramos, que había traído mucho Bisoprolol. Lo ponía a nuestra disposición para cuando nos llegara la adrenalina al cuenco de los ojos. Manuel es del Atlético y se debatía entre alegrarse por el sufrimiento madridista (todos dábamos por hecho que se iba a sufrir), o por la victoria en la Champions de un equipo español, al fin y al cabo un empujón más a la marca España. Creo que al final resolvió sus dudas hacia el amor a España, pues cuando marcó Vinicius, y un enorme estadillo de gargantas felices inundó el bar, el cardiólogo atlético pegó el grito más fuerte, hasta el punto de que algo crujieron los ventanales gigantescos.

En ese momento, un unánime corazón de perfectos desconocidos pulsó el latido más fuerte. El alma se me salió por el pecho y la alegría se convirtió en una mágica sensación de ser. Me vi uno más de la tribu amando la vida, sintiendo que el ser humano merece la pena por vivir instantes como aquel. Sí, hasta ese existencialismo vitalista lleva el fútbol a quienes lo amamos, y lo sentimos adentro sin burradas ni ilógicas sectarias ni ideas panfletarias. El fútbol como emoción humana que supera a muchas emociones, como camino de épica, de gozo solidario, de senda hacia el sentimiento de lo más puro que hay en la victoria.

Como escribí en La gloria al rojo vivo, un diario desde la calle (ahí aparece este bar, el Jani) sobre la victoria de España en el Mundial, si vivieran Homero o Cervantes escribirían de muchos partidos como grandes batallas de la época. Son contiendas sin espadas o dinamita, pero con estrategias, proezas, leyenda y épica, sobre todo épica. En la gran batalla entre el Madrid y el Liverpool salta la literatura en cada segundo. La emoción humana desbocada, el dolor y el sufrimiento, la esperanza y la desesperanza, la inquietud y la certeza bullen. Hay un campo de yerba en el que brilla una ilusión individual y colectiva, y se va a dirimir desde la inteligencia y la fuerza humana quién es mejor, quién se llevará la gloria en los ojos y quién el lastre pesaroso de la tristeza.

Qué afortunados somos los madridistas, porque el destino nos ha regalado un equipo de leyenda. No lo digo como arma arrojadiza, porque cuando manda el corazón la alegría, y el dolor, pueden surgir de pequeñas cosas. Están al alcance de todos. Sin embargo, a veces confluyen los astros y el universo regala a los humanos lo excepcional manando como una gesta cotidiana. Lo sublime llevado a la costumbre. Al terminar el partido, otra vez el corazón unánime latió en la noche amando la vida.

Impreso desde www.manueljulia.com el día 10/06/2023 a las 22:06h.