14/07/2021 - 00:00 h.
Mediados de julio
Atardecer fresco y ventoso
Han pasado 18 años, ese tiempo en el que se comprime la infancia y la madurez. Han llovido sombras y luces, besos y heridas, tristezas y alegrías. Ha llovido vida, toda la vida que mi cuerpo ha sido capaz apresar en ese deseo que siempre tengo de aspirar el oxígeno hasta llenar mi alma. Llovió y el sol quemó la corteza de las encinas. Nevó y el rocío sembró de cristales las eras. Durante este tiempo he ido a mil sitios, aunque no sé si he llegado a algún lugar, o al menos al lugar que mi corazón buscaba, porque mi alma busca algo que no está aquí.
He llenado la memoria de mi camino con muchos proyectos. Mi corazón de heridas que puñales imprevistos me dieron en la noche, y abrazos deseados que me llenaron de esperanza y de gozo. Como dice el poema, he visitado los palacios más lujosos y los suburbios más amargos. He llorado en el mar sintiendo un placer y una melancolía imposible de explicar, y he cruzado desiertos con traidores y con almas hermanas.
Puedo decir que, aunque aún me queda mucho camino que recorrer, he vivido a tope y a fondo, emborrachándome con famosos, filósofos, poetas, actores, y anónimos amigos y amigas de la noche que jamás volví a ver, y me dejaron un recuerdo imborrable.
Me llené de barro y de agua cristalina, de perfumes y de sudor amargo. He exprimido la vida sin que ella a mí me exprima, al menos todavía, y todo ha dejado un poso más o menos luminoso o lleno de penumbra en mi memoria, pero de nada guardo un recuerdo tan abrazado a mi alma como de la época en la que fui Alcalde de mi pueblo, Puertollano, en un otoño viejo que sembró hojas eternas en mi camino.
Estuve poco tiempo, casi un año. La política (sus inevitables miserias) me ahogaba, me mataba los sueños, me destrozaba mi fe en el ser humano. Y entonces me fui. Menos mal que me esperaba el regazo de la literatura, si no, no sé qué habría sido de mí.
Hoy, mirando viejos papeles para dar información a un libro que un periodista escribe sobre mi camino, encontré este recorte de periódico y vive Dios que se me ha encendido tanto la nostalgia que no he podido evitar derramar una lágrima oscura.